Si alguien sabe sobre el daño psicológico que sufren los niños de
acogida, ese es Jesús Palacios, catedrático de Psicología Evolutiva y de la
Educación de la Universidad de Sevilla. Él ha sido uno de los ponentes del III° Congreso del Interés Superior del Niño que después de tres intensos días
finaliza hoy en Madrid, y en el que todos los actores implicados han debatido
sobre las debilidades y fortalezas de esta medida de protección infantil.
¿Cómo define usted el acogimiento familiar?
Se trata de niños que, lamentablemente, no pueden seguir con su
familia biológica. Y los humanos. particularmente en la infancia, no estamos
hechos para cuidados colectivos (en una residencia). Uno de mis maestros en
Psicología asegura que, para desarrollarse normalmente, todo niño necesita que
al menos una persona esté loca por él y se lo demuestre. ¿Qué es el acogimiento
familiar? Facilitar que alguien esté loco por ti. Entre los familiares de
acogida y el acogido no existe la distancia emocional que pueda haber en un
centro. No hay horarios, la disponibilidad es total, no hay domingos o
fiestas... El niño llora cuando llora, no hay turnos.
Que un niño pequeño, o no tan pequeño, comprenda y digiera por qué
es así su vida, parece complicado. ¿Se puede sanar un niño de acogida gracias a
herramientas tan complejas como esta?
Lo primero que habría que decir es que los acogidos, como ocurre
con los demás grupos de humanos, no son todos iguales. Hay niños muy dañados,
otros menos. Unos muy dañados durante muchos años, y otros que apenas han
estado dañados porque han sido retirados en el hospital en el momento de nacer.
El nivel de daño es distinto: Hay niños muy frágiles que ante una mala vivencia
se hunden, y otros ante la misma experiencia se mantienen razonablemente
enteros. Aunque lógicamente todos los que han sufrido daño tienen sufrimiento
emocional. Pero es importante resaltar que el nivel de daño no siempre es el
mismo, ni tampoco la necesidad de crianza terapéutica en todos los casos. Pero
en general es verdad que los niños en acogimiento familiar están dañados y
necesitan esa crianza terapéutica que sí, puede ser muy efectiva, y ayudar a
los niños a sanar en este aspecto.
¿Cómo se articula ese daño emocional?
Una de las particularidades del daño emocional es que la
recuperación es mucho más lenta. Al contrario que la recuperación del daño
físico que puede suponer el no estar nutrido, donde se ganan rápidamente los
kilos o se recuperan los centímetros perdidos como consecuencia de una
malnutrición. El daño emocional tiene también una reparación más inestable. Los
niños presentan avances y retrocesos en esa recuperación. Básicamente, cuando
un niño tiene experiencias de maltrato, aprende dos cosas terribles: Aprende a
desconfiar y a sentir angustia de las personas que le cuidan. La otra cosa que
aprende es que es una basura que no vale nada, que lo que está pasando en su
familia es culpa suya, y que no merece ser querido. Esas son las dos cosas que
hay que reparar, y que la familia acogedora o adoptiva tiene que asumir.
El menor aprende a ganar confianza en los demás, a que hay adultos
que están al lado cuando se les necesitan, que hay adultos que nunca hacen
daño, que cuidan… Por otra parte el otro aprendizaje es que "yo no soy
basura", "hay cosas de mi que gustan a otros", "cosas que
no era capaz de hacer y que alguien se preocupa por enseñármelas a mi",
que "puedo ser valioso", y finalmente, que "soy valioso"…
Según los testimonios realizados por algunas familias de acogida,
al final ese daño hace que estos niños tensen la cuerda a menudo. ¿Es esta una
de las cosas que hacen duro el acogimiento?
Sí, porque nadar a contra corriente es agotador, sobre todo si
tienes que nadar contracorriente mucho tiempo. El niño ha aprendido la
desconfianza, y tú tienes que ir contracorriente de eso. Pero el niño no
termina de creerse que siempre vas a estar a su lado y que por tanto, no hace
falta que llore, que robe, que mienta o que incluso agreda a otros para recibir
atención, presencia y disponibilidad adulta.
Eso es lo que hace que el acogimiento familiar sea más difícil. Es
verdad que los niños responden con bastante rapidez a algunas de esta
cuestiones. Pronto aprenden lo agradable que es recibir cariño, que te den un
beso en la herida que te acabas de hacer, que te lean un cuento o te den un
beso de buenas noches, hacer cosas divertidas juntas... Todas estas acciones
son aprendizajes complemente nuevos, porque habían aprendido todo lo contrario,
y eso es muy agradable verlo. Quizás ver cómo van progresando en el aspecto de
la desconfianza, de los retos, para que se demuestre que es querido, que no se
le abandona, que se le atiende... eso cambia más lentamente. El esfuerzo de
nadar contracorriente es más prolongado y a veces necesita apoyo.
¿Quién puede prestar ese apoyo a las familias de acogida para
poder nadar contracorriente por un espacio prolongado de tiempo?
Se necesita el apoyo de los hijos biológicos, de la pareja, y a
veces del apoyo de los técnicos que entienden y pueden explicar a la familia
que cuando un niño te dice: «Tú no eres mi madre y, por tanto, no tienes
derecho a obligarme a hacer esto o lo otro» en realidad lo que está diciendo
es: «Por favor, no me dejes, por favor, sigue a mi lado». Su lenguaje es «no te
quiero» pero se traduce en «no me dejes ir». La mayor parte de las veces
significa «no me abandones». Y entender eso en situaciones diarias, por la
mañana y por la noche, y justamente en el momento en el que está uno más
cansado es lo que resulta más costoso, pero también más gratificante. Contribuir
a mejorar la vida emocional de un niño, contribuir a curar sus emociones
heridas y sus apegos rotos… es en realidad el objetivo del acogimiento. Muchas
veces las familias de acogida tienen que hacer una alfabetización emocional de
estos pequeños, que no saben distinguir el dolor de la rabia o el miedo, porque
nadie les ha puesto nombre. Esta tarea de enseñar al niño el ABC del cariño, el
ABC de las relaciones humanas y el ABC de las emociones, es una tarea dura a
veces, pero siempre una tarea gratificante y maravillosa.
Porque acoger no es solamente querer, es también ser querido. Los
acogedores siempre lo están diciendo: «Yo pensé que esto del acogimiento
consistía en que yo tenía que darle mucho, y lo que ha ocurrido es que he
recibido más de él de lo que yo le he dado». Los niños devuelven, al menos,
tanto como han recibido. Las dudas, las angustias, se ven muy recompensadas por
esas risas, esa emoción compartida.
¿Qué tipo de familias son las más idóneas para realizar un
acogimiento familiar?
El acogimiento familiar es maravilloso. Y pesar de esas
dificultades de nadar contra corriente, de los aprendizajes que el niño trae
hechos, para el acogimiento familiar no necesitamos familias heroicas. No
buscamos héroes. Hace falta gente que tenga las ideas claras, y que sea
emocionalmente fuerte y sana. Y ya está. Con sus fallos, sus días peores y
mejores. Sus ratos buenos y sus ratos malos. No hace falta ser una familia
excepcional para ser una familia acogedora, es suficiente con ser una familia
que tenga espacio físico y emocional, sobre todo para hacerse cargo de una
historia de un niño desconocido y para disfrutar nadando contracorriente. Para
conseguir que ese niño cuando se vaya, si es que se tiene que ir, esté
emocionalmente mucho mejor de lo que estaba cuando llegó, más confiado en los
demás y en él mismo.
¿Qué porcentaje vuelve con su familia de origen o familia extensa?
Un 30% vuelven con la familia. Y afortunadamente cada vez más,
sobre todo después de la nueva Ley de Protección a la Infancia y a la
Adolescencia de 2015. El volver con la familia ya no supone que la madre ya no
es drogadicta porque tiene un alta médica. Se trata de que no sea adicta, se
trata de que tenga capacidad de cuidado, de estimulación, de atención, de
estabilidad. Una de las cosas que ha traído la ley es que ahora los requisitos
para el retorno son más estrictos y exigentes. No hace falta solo que la causa
que motivó la salida se haya superado, sino que además tiene que quedar claro
que puede ofrecer garantías suficientes para el desarrollo de su hijo.
fuente: www.abc.es
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