jueves, 10 de diciembre de 2015

Un gran dinosaurio


Pixar nos trae una nueva historia que habla de adopción, a través de un relato emotivo que tiene un comienzo muy original: el meteorito que destruyera la tierra hace 65 millones de años, esta vez pasó de largo y permitió que los dinosaurios siguieran habitando la tierra y evolucionaran, siendo los seres inteligentes que dominan el planeta en los tiempos que aparecen los primeros humanos.
Esto permite un cambio de roles a lo que estamos acostumbrados, donde el dinosaurio es el protagonista y el niño actúa como su mascota. Este dinosaurio, acompañado por el niño, hace un viaje que lo enfrenta con su mundo interior, sus temores y su necesidad de crecer y madurar. Lo enfrenta también con las pérdidas que siempre acompañan estos procesos de crecimiento y con la capacidad de ver más allá de sí mismo, favorecido por la presencia del niño.
Si bien Spot (así se llama el niño) es el acompañante del protagonista, ofrece un rol central para entender la necesidad de enfrentar y aceptar la pérdida, de encarar el temor y sobreponerse a la adversidad (echando mano a la resiliencia), para acoger una nueva oportunidad en su vida y encontrar su lugar en una nueva familia que lo acoge.
Sí, ésta también es una historia de adopción. Si bien el protagonista reencuentra a su familia, es Spot quien vive el camino de encontrar a su familia adoptiva, acompañado por este dinosaurio que le ayuda a comprender su propio viaje de preparación, hasta que su nueva familia lo encuentra, lo invita y lo acoge.

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