Puede que tu hijo se enfade o entristezca al hablar, o pensar, sobre su
adopción o su pasado.
Ayudar a tu hijo a asimilar su historia no se limita a irle transmitiendo
la información a medida que está preparado para procesarla. Significa también
ayudarle a digerir las emociones que este proceso conlleva.
A los padres nos gustaría creer que, si hablamos de ello con las palabras
adecuadas, nuestros hijos encajarán sin dolor su historia. Lamentablemente,
esto no es cierto. Descubrir que la vida es a veces muy injusta es siempre un
proceso doloroso.
Es muy posible que tus explicaciones le hagan sentirse triste y confuso.
O que se muestre en los días siguientes especialmente irascible y desafiante.
Es normal. Encajar el rompecabezas de su vida y poder asimilarlo positivamente
es un proceso que conlleva sentimientos difíciles, entre los que se encuentran
la tristeza, el enfado y la rebeldía.
- No temas al dolor de tu hijo, es parte natural de su proceso de
maduración. Compartir su sufrimiento y su tristeza no amenaza vuestra relación
sino que la fortalece.
- Hazle saber que lo que siente es normal, que le entiendes. Frases como
"a mí también me hubiera gustado que las cosas fueran de otra manera"
le permiten percibir que entiendes lo que le pasa y que estás de su lado.
- El dolor tiene muchas formas, no lo confundas con un ataque personal.
Cuando un adolescente te grita que no eres su padre -o un niño de primaria
enfurruñado te suelta "me gustaría que estuvieras muerta"- está
tratando de canalizar su angustia y sus temores. No te hagas el ofendido, lo
que necesita es que le acompañes en esta etapa difícil y le reafirmes en que
ahora eres su padre para siempre, y en que siempre vas a estar de su lado.
- No escatimes las muestras de cariño y los momentos de mimos y risas
compartidas. Cuando tu hijo sienta que se reabren las heridas de su pasado, las
demostraciones de afecto, los abrazos y las caricias actúan como un bálsamo que
alivia su sufrimiento.
Hablar
con nuestros hijos de la ilusión con la que preparamos su llegada o del viaje
en avión que nos trajo a casa no nos resulta difícil. La mayoría de los padres
hablan de ello con sus hijos desde que son pequeños. En cambio, hablarles de su
familia biológica nos parece a
veces muy complicado: ¿estará preparado para saber?, ¿por dónde empiezo?, ¿qué
hago si se enfada o se entristece?
Aún
hoy se sigue llamando "revelación"
a la información que se da a un niño adoptado acerca de sus orígenes. El
término parece remitir al momento del descubrimiento de un secreto bien
guardado, cuando en realidad lo conveniente es permitir al niño que asimile su
historia poco a poco.
Para
ayudar a nuestros hijos a comprender sus orígenes, es necesario tener presentes
las siguientes ideas:
-
No se trata de esperar "el momento adecuado" y soltarle de golpe toda
la información que tenemos sobre la primera etapa de su vida. Como con
cualquier tema complejo, lo mejor es empezar
por ideas simples e ir añadiendo detalles a medida que aumenta su
capacidad de comprender.
-
Necesitamos elaborar nuestros propios
sentimientos sobre el tema, porque los niños perciben más allá de las
palabras.
-
Antes o después habrá momentos en que a nuestro hijo le produzca rabia o
tristeza su propia historia. Por mucho que nos esforcemos en hacerlo bien,
siempre hay un componente de dolor
en entender las circunstancias que llevaron a la adopción y todo lo que la
misma implica.
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