Psicólogo Clínico Infanto-Juvenil
Sin duda,
la experiencia de la paternidad es una de las más significativas en la vida, y también una gran tarea que se muestra compleja, marcada por sutiles matices que hacen la diferencia en la crianza ¿Cuáles son los deberes y responsabilidades de un padre? ¿Cuáles los derechos? ¿Cómo asignar una
jerarquía a todas las tareas que le toca realizar? ¿Cómo distinguir con
precisión dónde termina su labor y empieza la autonomía del hijo?
Muchas veces los padres estamos tan
preocupados por atender a las demandas laborales, de alcanzar metas económicas,
de responder a las cada vez más altas exigencias de la educación, que perdemos
de vista aspectos centrales de nuestra tarea, como es acompañar a nuestros
hijos.
Si bien es importante disfrutar y
compartir con ellos en los buenos momentos, nuestra presencia en situaciones
difíciles es fundamental. Cuando un hijo está triste y le brindamos consuelo,
siente rabia y lo aceptamos, tiene miedo y lo apoyamos, se siente solo y lo
amparamos, es entonces cuando la disponibilidad de los padres se transforma en
el alimento que lo nutre de la confianza, el amor y la seguridad necesaria para
crecer sanamente.
Cuando un niño ha sido cuidado y
amado, podrá descubrirse a sí mismo como una persona valiosa e importante para
otros; entonces, estará preparado para explorar el mundo que está más allá del
hogar. Por ello, resulta esencial educar en el afecto, con lazos firmes,
sólidos y constantes, enseñando que el mundo es un lugar que implica riesgos,
pero en el que estarán seguros, porque hay personas que lo aman. Queremos que
nuestros hijos sean felices, que puedan sembrar el amor y la confianza para
que, en cada una de sus relaciones, prime el cariño y el respeto al otro.
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