Lo que hay que saber antes de adoptar
por
Cristina Sallési
Todo padre adoptivo ha imaginado mil veces como
será su hijo o su hija. Es normal soñar con nuestro hijo, pero junto a la
fantasía se precisa formación e información que nos lleve a ser conscientes de
la realidad de la adopción.
La
adopción tiene muchos elementos en común con la paternidad biológica. El más
importante es que adoptar implica convertirse en padres e hijos de un modo
pleno, establecer una relación paterno-filial en toda su extensión.
Sin
embargo, no podemos olvidar que la adopción implica además algunos retos
especiales para los que debemos estar preparados: el proceso de adopción, la
adaptación, la revelación de la condición de adoptado, la diferencia étnica, la
familia biológica, la creación de la identidad… y muchos otros aspectos que pueden
aparecer a lo largo de la vida.
Es por
este motivo que queremos empezar este artículo destacando la importancia de
tener una actitud abierta hacia el aprendizaje, la formación y la recogida de
información. Para ello, existen diferentes recursos de los que podemos
disponer: Los servicios post-adoptivos existentes en muchas comunidades
autónomas, las asociaciones de familias adoptivas o el acompañamiento por parte
de personas con experiencia o profesionales conocedores del tema, nos pueden
ser de gran utilidad y ayudarnos a entender las características de los niños
adoptados, y así dar respuesta a sus necesidades en el seno de la familia.
La
adaptación familiar
En muchas
ocasiones hemos oído a familias expresando sus preocupaciones sobre ¿Cómo se va
a adaptar el niño? ¿Cómo se relacionará con nosotros? ¿Qué come? ¿Dónde debe
dormir?, como si la responsabilidad de la adaptación recayera exclusivamente en
el niño. Es verdad que sus experiencias previas y sus vivencias condicionarán
en cierto modo ese proceso, pero también la actitud de sus padres y las
expectativas que éstos se hayan creado en torno a este proceso, van a influir
en el desarrollo de los acontecimientos.
Es por
este motivo que hablamos de adaptación familiar y no de adaptación del niño,
porque partimos de la idea de que es un proceso que no depende únicamente de
una de las partes. Para que el niño pueda adaptarse a la familia, tiene que
haber también por parte de ésta una predisposición a incorporar unos cambios, a
ajustar unas expectativas y tener una actitud abierta, paciente y flexible.
Hay, sin
embargo, algunas orientaciones que nos pueden ser útiles para hacer más
llevadera esta etapa y que pueden contribuir a la formación del vínculo:
• No hay
dos niños iguales, como tampoco hay dos procesos de adaptación iguales. Cada
niño es diferente, tiene su ritmo, sus necesidades, su manera de vivir los
cambios, sus vivencias y experiencias que sólo él interpreta de esa manera.
• Debemos
tener en cuenta su nivel madurativo y entender que en ocasiones no corresponde
a su edad cronológica, por lo que tendremos que pensar en las circunstancias
que ha vivido el niño e intentar empatizar con él.
• Respetar
su ritmo de adaptación e introducir de forma gradual los cambios en los
hábitos. Evitar cambios que no sean los estrictamente necesarios.
• Nuestra
actitud respecto al niño debe ser prudente y de respeto, sobre todo a nivel
afectivo y emocional, no intentando forzar situaciones que pueden provocar
reacciones adversas.
• No
debemos confundir la indiferenciación que muestran la mayoría de los niños
durante esta etapa, debido a la falta de vinculación afectiva, con la
sociabilidad.
Es
evidente que con la llegada de un nuevo miembro a la familia cada uno tiene que
volver a encontrar su lugar. A veces este proceso dura meses e incluso años.
La
creación del vínculo
Nuevamente,
nos encontramos ante una cuestión de corresponsabilidades o de
responsabilidades compartidas. No es solamente el niño el que debe vincularse a
los padres, sino que también los padres deben establecer ese vínculo afectivo
que convierta a ese niño en su hijo y a ellos mismos en papás. Por ese motivo
vamos a hablar, aunque este tema requeriría un tratamiento en más profundidad
de la que podemos ofrecer hoy, de cuáles son las causas que puedan dificultar o
favorecer la creación de ese vínculo.
Empecemos
por los adultos. Uno de los aspectos más importantes es cómo llegamos a la
adopción. Cuál es camino recorrido, cuál es la función de este niño en nuestra
familia, qué motivos nos llevan a adoptar.
Otro
elemento importante es el hecho de tener unas expectativas reales en torno al
niño adoptado. Es decir, aprender a aceptar y querer a aquel niño tal y como es
y no esperar siempre que sea como nos gustaría que hubiera sido. Este aspecto
es fundamental para entender que ese niño tal vez no responda a nuestro
imaginario de hijo ideal, sino que es el que muestra su rabia, su tristeza, el
que nos rechaza, el que no responde a nuestras expectativas, el que todavía es
un desconocido, el que llama mamá a todas las señoras, el que tiene
dificultades motrices, cognitivas, el que la mala alimentación ha dejado
secuelas físicas, el que… habríamos deseado diferente. Aceptar a ese niño al
que nos costaba imaginar, es el primer paso para poder establecer ese vínculo, para
poder adoptarlo emocionalmente.
Por lo que
hace referencia a los niños, la vida en una institución es un elemento común en
los menores adoptados. A pesar de ello, las vivencias, las situaciones y los
puntos de partida pueden ser muy distintos. Los niños adoptados en algunos
casos han estado prácticamente desde el nacimiento en una institución, otros
provienen de familias donde han vivido situaciones de precariedad afectiva y
emocional, otros han sido maltratados por sus progenitores… cualquiera de estas
circunstancias son causantes de importantes carencias afectivas, falta de
referentes claros y estables, malas relaciones con los adultos… lo que
dificulta el establecimiento de vínculos sanos y estables.
Contrariamente,
hay niños que han vivido con la familia biológica y han sido deseados y
queridos y, por circunstancias económicas o de salud, han tenido que ser dados
en adopción o que han estado con una familia de acogida que los ha cuidado
mientras no eran adoptados.
Es
evidente que la afectividad que han recibido y los vínculos que han podido
establecer, por muy distinta que sea la cultura, les sirve de punto de partida
para poder establecer nuevas vinculaciones sanas y gratificantes.
fuente:
Revista Niños de Hoy. Nº 31, 2008 - Fundación Infancia de Hoy. Madrid, España.
Cristina
Sallési Doménech, Pedagoga de la Fundació Blanquerna Asistencial i de Serveis.
Barcelona
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