Psicólogo Clínico Infanto-Juvenil
El enfoque de abordaje de la adopción en
nuestro país siempre ha buscado equilibrar el interés hacia sus protagonistas,
a saber, la mujer que cede a su hijo o la familia de origen de la que procede,
el o los postulantes a ser padre y madre adoptiva, y el niño o la niña susceptible
de ser adoptada. A esto se le ha llamado el triángulo adoptivo. Algunos autores
plantean que existe un cuarto protagonista en esta dinámica de interacciones,
que son las instituciones y asociaciones que apoyan y guían la adopción. Yo
preferiría dar relevancia a otra instancia como el cuarto protagonista, sin
desconocer el compromiso de las organizaciones en ello, pero delegando el
protagonismo para situarlas en la posición de facilitadores de un proceso que
involucra a individuos. Es de esto que se desprende la responsabilidad de
quienes trabajamos en favor de la adopción.
El cuarto protagonista en esta mirada es la familia adoptiva, la entidad que se forma una vez que el procedimiento de la adopción da frutos. En la complejidad de este proceso podemos distinguir una etapa preadoptiva, donde siguen caminos paralelos los tres protagonistas tradicionales, que convergen al final de esta fase en una instancia legal de reconocimiento del niño o niña como hijo o hija de unos padres, con quienes no comparte lazos sanguíneos. Pero esta resolución judicial no da fin al proceso socioemocional que viven sus protagonistas, por el contrario sólo es el comienzo; surge entonces la etapa postadoptiva, que recoge sus vivencias en la continuación de este camino, durante el cual forman las relaciones que los constituyen definitivamente en un grupo familiar unido por lazos afectivos.
En permanente diálogo con padres y
madres adoptivas y también entre profesionales que trabajan en esta área, se ha
ido tomando conciencia y conocimiento de las necesidades e inquietudes de estas
familias y de las carencias de los programas de adopción en cubrir
adecuadamente sus necesidades a mediano y largo plazo. A partir del
reconocimiento que los padres adoptantes se van a encontrar con una serie de
circunstancias y dificultades diferentes a las que experimentan los padres
biológicos, y que los sitúan en un lugar de mayor vulnerabilidad, se entiende
que el éxito de las adopciones depende en gran medida de la formación y
preparación de los postulantes, así como del apoyo y acompañamiento en el
ejercicio de la parentalidad.
La evidencia demuestra que existen tres factores que afectan positivamente el desarrollo de las familias adoptivas: el primero, las habilidades y capacidades de los padres adoptivos; el segundo, la conexión con instancias profesionales especializadas, que las familias adoptivas mantengan al contacto con organismos que trabajan en adopción; y el tercero, los lazos que se crean entre la comunidad de padres y madres adoptivas, es decir los vínculos que establecen con sus pares.
Para el primer factor, habilidades y capacidades de los padres, resulta necesaria la entrega de información y de formación acorde a las demandas propias de niños y niñas en este tramo de edad, conociendo y comprendiendo las problemáticas que los padres deberán enfrentar en la formación del vínculo y en su crianza durante el ciclo vital familiar. Para el segundo, conexión con instancias profesionales especializadas, resulta esencial la confianza y cercanía que los padres sientan hacia las personas que brindan el acompañamiento y apoyo a lo largo del tiempo y frente a las nuevas necesidades que vayan surgiendo en la medida que sus hijos van creciendo. Por último, el tercer factor, vínculos con la comunidad adoptiva, requiere ofrecer, estimular y velar por las condiciones para que se produzcan estos encuentros y se creen lazos entre pares, ofreciendo la supervisión y apoyo a estos grupos para que perduren en el tiempo y se fortalezcan.
El éxito del proyecto de familia que los padres llevan a cabo, depende entonces de la posibilidad de abrirse a su entorno y crear alianzas con aquellas asociaciones y personas que favorecen el comprender, enfrentar, superar y fortalecerse de las experiencias y crisis propias del ciclo vital de la familia adoptiva, tanto profesionales como adoptantes y adoptados, que se constituyen en red que sostiene a los miembros de la familia, formando una comunidad adoptiva en que cada uno es sostén de los demás.
Las familias adoptivas están llamadas a tomar un rol activo en la formación de estos espacios de fortalecimiento familiar y “Familia Adoptiva” los invita a compartir, crear y participar de encuentros e instancias que creen comunidad adoptiva, donde todos sean protagonistas de su propia historia.
Psicólogo Clínico Infanto-Juvenil
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Trabajo muy interesante, el que están haciendo.
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