viernes, 23 de marzo de 2018

Adopción interracial

Una nueva vida para Berdine

Nació en Haití y sus primeros cinco años de vida estuvieron marcados por las privaciones. Pero todo cambió cuando conoció al suboficial de la Fuerza Aérea de Chile, Mario Castillo, quien apenas la vio supo que se convertiría en su tercera hija.
    Para Mario Castillo, las palabras Haití y adopción se conjugaron mucho antes del terremoto que afectó a ese país en enero de este año [2010]. Fue el 2005, cuando él era uno de los 567 soldados chilenos enviados como parte de la fuerza multinacional de paz de la ONU.
    Durante una visita a un orfanato en Puerto Príncipe, conoció a Berdine, una niña de 5 años que lo cautivó por su mirada dulce y su ternura e inocencia. Motivado por el sufrimiento y la pobreza que vio en el país, este hombre casado y padre de dos hijas ya adolescentes, pensó que él le podía abrir un nuevo camino muy lejos de ahí. “La adopción era un tema del cual me había hablado mi esposa, pero siempre pensando en un niño chileno. Estando allá, yo le contaba todos los sufrimientos que veía, y fue así como optamos por alguien del hogar de niños”, recuerda.
    Después de tramitar su proceso durante nueve meses en Haití, obtuvieron el permiso para traerla con ellos. Berdine llegó a Chile en septiembre del 2006, pero sólo en febrero del 2009 pudo ser integrada oficialmente a su familia, a través de la adopción.

    El proceso de integración
    Berdine hoy tiene 10 años y está en cuarto básico en un colegio de Iquique, ciudad donde vive la familia. Su padre la describe como una niñita líder y que destaca en lo deportivo, donde ha ganado seis competencias de atletismo. “Es una promesa para el futuro”, asegura.
    Su incorporación a la familia fue mucho más fácil de lo que pudieron imaginar. “La parte más difícil se la llevó mi señora: cuando llegó Berdine, mis dos hijas mayores ya estaban viviendo en Santiago y ella tuvo que retomar las actividades de crianza (levantarse temprano, ver las tareas, doctores, etc.), sin olvidar otros aspectos importantes en su formación, como hábitos, disciplina, etc.”, recuerda Mario.
    Apenas Berdine llegó a Chile conoció a sus abuelos, tíos y primos. “La idea era hacerla sentir que era una más de la familia”. También comenzó a ir al jardín infantil. Eso le permitió aprender el idioma rápidamente y conocer a niños de su edad. Por ello es que su integración se dio de manera muy natural. Gran parte del mérito se debe a la propia Berdine: “Ella es muy sociable y se lleva bien con todo el mundo”, dicen sus padres. También comentan que en el norte de nuestro país no resulta extraño encontrar personas de otras razas, existe una apertura multirracial y la convivencia social resulta más tolerante e integradora, lo que facilita la adaptación de la niña.
    Y es que la vida para ella en Haití era muy dura. El orfanato donde vivía tenía cinco piezas muy pequeñas. Ahí convivían y subsistían -con muchas privaciones- 56 personas, la mayoría niños. “Todos los días era una lucha por comer algo, tener un poco de agua, vivir”, cuenta Mario con dolor. “Los niños allá no tienen educación, casi no comen, andan descalzos y duermen en el suelo”.
    Las dificultades que debieron enfrentar estuvieron relacionadas con el proceso mismo de adopción. “Inicialmente tuvimos que realizar una gran cantidad de trámites para confeccionar el dossier con los antecedentes para su adopción en Haití. También fue duro el tener que venirme de allá sin ella y esperar los nueve meses que duró el proceso”, dice Mario.
    Sin embargo, nada se compara con la felicidad de tener a Berdine con ellos, a quien hoy dedican toda su energía y afecto. “Si de uno dependiera traer más niños, lo haría con gusto, pensando en aquellos que quedan allá en Haití, con esa mirada perdida pensando en que alguien los saque de su sufrimiento. Pero hay que hacerlo en forma responsable, poner los pies en la tierra y pensar en nuestras posibilidades y, por supuesto, en los niños”. Y agrega: “Lo más lindo de adoptar a un hijo es que todo es recíproco, pues estos niños que tanto necesitan nuestro apoyo y cariño, lo retribuyen en nosotros, entregándonos su amor y alegría”.
    Berdine y su familia mantienen los lazos con el orfanato Bonn Samaritien de Puerto Príncipe, que apadrina la Fuerza Aérea de Chile: regularmente envían ropa y juguetes que recolectan entre los amigos. También los mantienen al tanto de los avances de esta niñita haitiana que cambió sus vidas para siempre.
    Revista Adopción y Familia n°4

24 HORAS TVN Reportaje Deportes

La mágica historia de Berdine Castillo, la nueva joya del atletismo chileno

Hace 12 años atrás hacía noticia por ser la primera migrante haitiana adoptada en Chile y hoy lo hace por ser una de las promesas del deporte nacional.

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