La fundación inglesa Lumos, creada por la autora de Harry Potter, busca
terminar con la institucionalización de los menores, un desafío enorme, pero
que según algunos es posible, ¿cómo? Aquí te contamos.
Antes de descubrir que era hijo
de magos, millonario y prácticamente convertirse en el héroe de Hogwarts, Harry
Potter tuvo una triste infancia junto a sus tíos, en un ambiente carente de
cariño y protección. Su historia es sólo un ejemplo minúsculo y fantasioso de
cómo puede sufrir un niño que no recibe el cuidado que le corresponde.
Y saliendo de la ficción, peor
aún es cuando esa dura experiencia se vive en una institución que no suple ese
vacío, junto a decenas de niños aislados de sus familias. Es por eso que la
autora de esta mágica historia, J.K. Rowling fundó una organización inglesa que
busca que acabar con los hogares y orfanatos de niños, para que estos puedan
volver a vivir con sus familias, brindándoles el apoyo que necesitan. Su nombre
es Lumos.
¿Cómo lo hacen y qué han logrado?
Su ejemplo es inspirador para todo el mundo y, especialmente, para Chile que
está en deuda con los niños.
El problema de la institucionalización
En los últimos años distintas
organizaciones están luchando por el fin de los orfanatos u hogares de
niños de
todo el mundo. Dicen que la institucionalización de los menores no es una buena
solución y que hay otras formas de hacerse cargo.
Velar por los derechos de los
niños es un gran tema, sobre todo cuando hablamos de niños y adolescentes
vulnerados, sin embargo, la institucionalización, en la mayoría de los casos
(hay hogares que realizan una gran labor), no ha podido cumplir su misión de
protección.
En Chile ha sido el gran tema del
último año y medio, desde el caso de Lissette, la niña de 11 años que murió en
un hogar del Sename. El hecho hizo que el tema tomara fuerza y que comenzáramos
a cuestionar el actual sistema. Pero esto no ocurre sólo en nuestro país, son
varios los países y organizaciones que se cuestionan cuál es la mejor opción
para los niños.
Las cifras que revelan en Lumos son las siguientes: en el mundo
hay 8 millones de niños viven en instituciones y de ellos, más del 80% en
realidad no son huérfanos. Tienen familiares, pero están separados de ellos por
distintas razones, aunque principalmente porque son pobres, tienen alguna
discapacidad o pertenecen a una minoría étnica.
La institucionalización puede
hacer que los niños sufran un daño físico y emocional durante toda la vida. A
veces hay tantos niños viviendo en el mismo lugar, que no pueden recibir el
cuidado y amor que cada uno necesita.
“El recurso de la
institucionalización de los niños representa un obstáculo a su desarrollo y a
su integración social, principalmente por las frecuentes dificultades en
recibir un trato personalizado y la ruptura de sus vínculos con los espacios
normales para su desarrollo, su familia y su comunidad”, asegura un informe de
Unicef.
Los efectos negativos son aún más
notorios en los menores de tres años. Un estudio de la Sociedad para la
Investigación en el Desarrollo del Niño (SRCD), sostiene que la exposición
temprana de un niño de uno o dos años a una institución de baja calidad está
relacionada con tasas más altas de lo esperado de una variedad de deficiencias
neurológicas, físicas, cognitivas y conductuales a largo plazo, incluso si los
niños son criados posteriormente en familias favorecidas.
Georgette Mulheir, la CEO de Lumos, describe en esta charla TED, las
condiciones en que viven los niños y explica por qué es necesario pensar en
otras alternativas.
“Este es un problema serio, en
una escala masiva, pero hay una solución”, dicen en Lumos.
¿Qué proponen?
En la organización de J.K.
Rowling están convencidos de que la alternativa a la institucionalización es
proporcionar servicios de calidad basados en la familia y la comunidad, y para
eso es necesario canalizar los fondos lejos de los hogares de niños.
Ellos dicen que hay que prevenir
separar a un niño de su familia, reforzando los servicios comunitarios como
escuelas, servicios de salud, financieros y legales, servicios para padres y
niños con discapacidad, orientación de los padres, protección de la infancia y
la protección social, entre muchos otros. Al hacer esto, los niños podrían
crecer en un buen ambiente, en una familia donde verdaderamente se tomen en
cuenta sus necesidades.
Además, hay evidencia (al menos
en Europa) de que es mucho más barato apoyar a una familia con servicios
sociales que mantener a un niño en una institución. ¿Pero, cómo lograr que los
niños institucionalizados vuelvan a vivir con su familia? ¿Qué pasa con ellos
si se cierran los hogares?
El proceso de
desinstitucionalización es complejo y largo, pero se realiza en un trabajo
conjunto con las autoridades locales y nacionales, aseguran en Lumos.
¿Y cómo lo hacen?
Antes de cerrar una institución,
en Lumos evalúan a cada uno de los
niños para conocer cuáles son sus necesidades. Luego se decide cuál es el mejor
lugar para cada uno y qué tipo de apoyo necesita.
Si lo mejor es que vuelva a vivir
con su familia, se contactan con ellos y un trabajador social comienza a
trabajar para identificar qué apoyo necesitan y así desarrollar un plan en
conjunto para preparar a al niño y a la familia para el regreso.
Si no hay posibilidad de que el
niño regrese a su casa, se considera una familia de acogida o un cuidador
adoptivo capacitado para cuidar a los niños en su propia casa.
Y solo para un porcentaje menor
de niños más grandes o que tienen necesidades complejas, es recomendable un
hogar residencial, pero con tres condiciones fundamentales: estos deben ser
pequeños, proporcionar un ambiente familiar y estar ubicados en la comunidad.
Según el último informe publicado
en el sitio web de Lumos, desde 2009,
han logrado que más de 20.000 niños y jóvenes de distintos países europeos como
República Checa, Bulgaria y Moldavia, hayan podido dejar las instituciones y
orfanatos para reunirse con sus familias o vivir en entornos familiares donde
pueden desarrollar su potencial.
Lumos ha trabajado con más de 25 países ofreciendo apoyo y
asesoramiento, y desde hace algunos años, también está trabajando en Haití y
Estados Unidos.
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