Hace poco, dos familias amigas que han adoptado a sus
hijos a través de la adopción nacional, me contaban cómo habían localizado a
las familias de sus hijos a través de las redes sociales. En un caso, la madre;
en otra, la madre, y a través de ella, también al padre. Fue tan fácil como
poner los nombres y los apellidos en google… ahora, además de un nombre, tienen
información y algo impagable: fotos.
Hace poco, alguien preguntaba en un grupo de adopción
por un niño de un país africano adoptado en España. Al parecer, alguien de su
familia biológica lo estaba buscando para poder tranquilizar a la madre, muy
enferma. Solo tenían el nombre y los apellidos… con estos datos fue posible
encontrar el club de futbol en el que juega y una noticia en prensa con una foto
actual.
Hace poco, una amiga me habló de alguien que buscaba a
la hermana biológica de su hija adoptiva, a su vez adoptada en mi ciudad. Con
muy pocos datos fue posible localizar el lugar de trabajo de su madre y hablar
con ella por teléfono. Tiempo más tarde, encontraron imágenes de ella en un
reportaje de televisión sobre adopción.
Los padres adoptivos hablamos muchas veces de
preservar la intimidad de nuestros hijos, pero, ¿es fácil, es más, es posible,
hacerlo en la era de las redes sociales? ¿Habéis probado a googlear el
nombre y los apellidos de vuestros hijos
y ver qué sale? ¿Y qué sucederá cuando sean nuestros hijos los que hagan la
búsqueda?
Este artículo británico lo explica muy bien:
La adopción está sufriendo una revolución. Hasta hace
poco, ha sido un proceso controlado, con trabajadores sociales llegando hasta
el extremo para proteger a los niños entregados en adopción de contactos
inapropiados con familiares biológicos. El crecimiento exponencial de las redes
sociales como Facebook la han cambiado para siempre – y las consecuencias son
de largo alcance.
El mes pasado, un escalofrío colectivo recorrió las
casas de los padres adoptivos después de una ráfaga de artículos de prensa y
reportajes de televisión sobre padres de nacimiento que usaban las redes
sociales para acercarse sin permiso a los hijos de los que, años atrás, habían
sido separados y dados en adopción. Hay también un número creciente de casos de
jóvenes adoptados que son contactados por sus padres de nacimiento a través del
Facebook. Hay todavía más casos en los que el acercamiento es iniciado por los
mismos adoptados, que tienen curiosidad por sus familias de nacimiento.
“Los niños buscando sus familias de nacimiento han
sido la mayoría de los casos – tenemos docenas de ellos”, dice Joan Hunt,
trabajadora social en el Consejo de North Yorkshire. Cada semana recibe
llamadas asustadas de padres adoptivos que han descubierto que sus hijos
adoptados han tenido contacto secreto con familiares biológicos.
“Hemos tenido casos de niños adoptados que han huido
de la familia adoptiva a la familia biológica. Los 14, 15 años parecen ser la
edad más vulnerable. Desafortunadamente, después de los 16 suelen salir de
nuestro radar”, dice. “Obviamente esto tiene grandes repercusiones para todas
las partes involucradas. Lo que me parece descorazonador es que los niños
busquen sus familias de nacimiento y les conozcan sin ningún apoyo de los que
tienen más cerca. Igualmente, la familia biológica se está encontrando con los
niños sin el apoyo que deberían tener”.
Hunt insiste en que es importante no demonizar las
familia biológicas – que son en muchos casos vulnerables. “Cuando el contacto
ha tenido lugar, los padres adoptivos están asustados – sienten que su
privacidad ha sido invadida – pero como se sienten vulnerables, muchos se
enfadan con sus hijos e intentan cortar su actividad en las redes sociales y
quitarles los móviles. Conozco chicos que han mantenido el contacto durante
meses, y padres que incluso han ido a la biblioteca pública para pedir a los
bibliotecarios que no dejen que su hija use el ordenador. Los padres no pueden
ver una salida. Pero no es la manera de tratar a chicos de esta edad.
“Hay que intentar encontrar un equilibrio. Los chicos
están intentando decirnos algo cuando actúan así. No lo hacen para ser malos.
Quieren saber y no tienen todas las respuestas. Últimamente, estos chicos
necesitan que les demos mucha más información sobre su pasado”.
Las familias adoptivas a menudo buscan ayuda de los
trabajadores sociales con el asunto del Facebook. Pero los propios trabajadores
sociales consideran el asunto un desafío. “Cuando nos llegó el primer caso, un
temblor recorrió a todos los que estábamos ahí. Enseguida te das cuenta de que
no lo puedes controlar”, dice uno de ellos.
“Siento que, hasta el momento, mi papel ha sido correr
detrás con una fregona”, dice otro. (…) Los trabajadores sociales quieren
aprender más sobre como aconsejar y apoyar a las familias, asesorar sobre los
riesgos, proteger a los niños y jóvenes y manejar las complejas situaciones que
a menudo derivan del contacto no planeado y no mediado.
Cuando un niño es adoptado, a menudo se organiza un
contacto indirecto con la familia de nacimiento, si es lo mejor para los
intereses del niño. En un sistema conocido como “contacto de buzón”, cartas y a
veces fotografías se envían a través de los servicios sociales, para proteger
la identidad y localización de las familias. Algunos niños adoptados hacen
visitas ocasionales a hermanos adoptados en otras familias.
Los niños adoptados de pequeños a menudo conocen los
nombres y apellidos de sus padres de nacimiento. Es una parte importante de la
historia de vida de un niño adoptado. Con esta información, en la era del
Facebook, jóvenes adoptados pudieron rastrear a sus padres de nacimiento en
minutos, sin necesidad de ayuda de padres o trabajadores sociales.
Los adolescentes adoptados son los primeros que han
crecido con Facebook – y en el momento de las adopciones, nadie podría haberlo
previsto. Al hacer tan fácil encontrar a la gente, las redes sociales han
volado los cuidadosos procedimientos para buscar, contactar y encontrarse en la
adopción. El encuentro no habría tenido lugar hasta que el niño adoptado
tuviera 18 años al menos, y el proceso habría involucrado una gran dosis de
preparación y comunicación a través de una tercera parte al inicio, para
proteger la confidencialidad; además de otras salvaguardas tanto para el
adoptado como para sus familiares biológicos. Al hacer contacto vía Facebook
eluden todo esto.
Para los jóvenes adoptados, atravesar esta situación
en secreto y en solitario puede ser dinamita emocional – independientemente de
si ha sido él, el padre o la madre de nacimiento o quizás un hermano biológico
quien ha dado el primer paso.
Los adolescentes adoptados tienen todas las
dificultades habituales en la adolescencia – y más. Pueden tener problemas de
identidad, sentir que no “encajan” en ningún lugar y rebelarse contra los
padres adoptivos. Algunos fantasean sobre sus padres de nacimiento y les
idealizan. Por tanto, pueden encontrarse en un contacto inmediato e intenso con
familiares biológicos que son, de hecho, extraños, sin que lo sepan sus padres
adoptivos o los trabajadores sociales.
“Tuvimos una adolescente que sólo había visto a su
padre cuando tenía pocos meses, que se puso en contacto con él a través de
Facebook – en dos meses había escapado de casa para vivir con él en otra
ciudad”, dice un trabajador social.
Puede haber una “luna de miel” cuando el joven está
emocionado por haber encontrado a la familia de nacimiento y piensa que son la
respuesta a todos sus problemas, pero raramente dura. A veces el familiar pasa
información del joven a otros miembros de la familia, que empiezan a llamarle y
enviarle mensajes, bombardeándole y presionándole. Los jóvenes pueden descubrir
datos molestos, recibir una versión engañosa de los hechos, o encontrarse con
que el contacto suscita recuerdos de maltratos previos. Y, si no se lo han
dicho a nadie, tendrán que atravesar sin apoyo situaciones que pueden ser de confusión,
enfado, angustia, rechazo o decepción. “Yo planificaría los encuentros entre
familias de nacimiento y jóvenes adoptados con mucho cuidado. El contacto
incontrolado hecho a través del Facebook puede ser mucho más complejo”, dice
Norma Sargent, facultativa jefe de post-adopción en el Servicio Coram de
Adopción de Londres.
Katie Smith tenía 6 meses cuando fue entregada en
adopción por sus padres de nacimiento. A los 14, se puso en contacto con ellos
en secreto a través de Internet. Estaba muy excitada al principio pero el
contacto con su padre de nacimiento y una de sus hermanas mayores se ha
convertido en lo contrario de lo que esperaba.
“Mi hermana biológica solía escribirme cada mañana
para decirme que yo era basura y debería morir”, dice. “Una vez, mi padre de
nacimiento me dijo por teléfono: Sé todo lo que pasa en tu vida, tengo el
Facebook abierto”, y empezó a leer cosas del perfil de mi madre también. Han
intentado manipularme, haciéndome creer cosas que no son verdad”.
Pasaron 3 meses hasta que sus padres descubrieron qué
había pasado. El padre de nacimiento de Katie ha estado al menos dos veces en
la cárcel por violencia y delitos relacionados con drogas,, y, como es lógico,
la madre de Katie, Lorna, se alarmó. “No sabíamos que saldría de ahí o qué
podíamos hacer. Entramos en pánico”, dice.
Ha habido una consecuencia positiva, sin embargo.
Katie fue contactada en Facebook por su hermana mayor Amy que, – como todos en
su familia extensa – pensaba que Katie había muerto. Amy había huido de su familia
a los 15 años para escapar del maltrato. Las hermanas se han visto muchas veces
y se han hecho amigas, y hablan por teléfono todas las noches. Katie ha luchado
con el impacto de dos años de contacto dañino. Un terapeuta post-adoptivo ha
recomendado medidas como bloquear el contacto, cambiar su número de móvil y
ponerse en contacto con la policía. Pero Katie también puede ser obstinada, y
de momento no lo va a ser, incluso aunque reconoce que cada llamada, cada
correo y cada mensaje “me destruyen un poquito”.
Su familia adoptiva ha tenido que llegar a un acuerdo
con lo que ha sucedido. “Cuando adoptamos a Katie, no se habló de mantener el
contacto con la familia de nacimiento – simplemente no estaba en la agenda”,
dice Lorna. “Mi visión es que esta gente forman ahora parte de la vida de
Katie, y tiene que encontrar la manera de manejarlo. Es muy duro para Katie,
pero así es como debe ser”.
La revolución de las redes sociales ha incrementado
las preguntas apremiantes para todas las partes implicadas, o afectadas, por la
adopción. Algunos trabajadores sociales se preguntan si cambiarán los
fundamentos de la adopción. “Ya ha habido una metamorfosis en los términos en
los que se prepara a los adoptantes y lo que ellos deberían esperar”, dice
Hunt. “Creo que en el futuro incluso cambiará el tipo de persona que adopta”.
Los candidatos a adoptantes tendrán que estar
preparados para ser todavía más abiertos con sus hijos adoptados y a ver
empáticamente a los padres de nacimiento, cree. “En otro caso, no van a conseguir
salir adelante cuando toda la porquería salga a la luz cuando la criatura tenga
15 años. No siempre sabemos qué nos tocará a nosotros. Pero lo importante que
debemos recordar es que somos padres cariñosos y que tenemos responsabilidades
y deberes hacia nuestros hijos, pero no nos pertenecen. Y a menudo, este
sentimiento de propiedad realmente nos embarga”.
No todos los familiares biológicos representan un
riesgo y los riesgos tienen que ser evaluados cuidadosamente en cada caso
individual. En algunos, encontrarse con los padres de nacimiento puede ser útil
para un joven, y permitirle aceptar la realidad de su primera familia y seguir
adelante.
“Algunos padres adoptivos están a la defensiva – ven a
los padres de nacimiento como malas personas y dicen “¿Por qué deberías dejar
que vieran a tu hijo?”, pero el hecho e s que no importa lo que, como padre o
madre, desees. Si el niño lo quiere, sucederá y no será tu decisión”, dice
Hunt. “A los 15 puede tomar un autobús y encontrarse con ellos”.
Una alternativa es que los padres adoptivos se
involucren y ayuden a sus hijos a encontrar respuestas a sus preguntas. Es una
ayuda que puedan mostrarle a sus hijos que están abiertos a hablar sobre la
adopción y la familia de origen – de esta forma, si el niño necesita saber más
o si un pariente biológico le contacta, es más probable que se lo cuente. En
algunos casos, trabajar con los servicios de apoyo a la adopción, incluso puede
ser una ayuda para un posible encuentro con la familia biológica, si deciden
hacerlo”.
“Los padres están asustados – no saben cómo hacerlo”,
dice Hunt. Están preocupados sobre el impacto en su propia relación con sus
hijos. “Pero si eres un joven adoptado y tus padres son abiertos contigo y te
ayudan a averiguar lo que necesitas saber, este es el mensaje más potente”.
fuente: madredemarte.wordpress.com
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URL Abreviada: http://numrl.com/0316e
Que interesante articulo sobre la identidad de tus hijos adoptivos en la redes sociales…
ResponderEliminarPero con esto me cae ua duda.
Aqui en Chile, con las leyes que en mi caso me torno, los datos de mi hijos Rut y nombre eran borrados y se suponía que el o ella a los 18 años era el único que odia acceder a estos datos.
como es que podrían encontrarlos entonces por Facebook?
La ley en nuestro país establece un sistema de adopción cerrada, que protege la identidad del niño adoptado, de modo que nadie, ni la familia de origen, pueda asociar su identidad de origen con la adoptiva. Aún así podría ocurrir una eventualidad que vulnerara el sistema. Pero el riesgo principal se encuentra en que la familia adoptiva sí posee información del origen de su hijo, y esto permitiría que ellos encontraran a la progenitora a través de las redes sociales. El peligro radica en que el adoptado obtenga esta información y, por su propia cuenta, realice esta búsqueda siendo menor de edad y no recibiendo la compañía y apoyo necesarios, incluso vulnerando la privacidad de la familia de origen. Es por eso aconsejable que el adoptado no cuente con los datos que le permitan identificarlos. Si bien tienen derecho a la información y es sano que pueda conocer el nombre de su progenitora, es recomendable omitir su apellido, y explicarle el porqué no dárselo a conocer hasta que sea mayor, ya que la familia de origen también tiene derecho al resguardo de su intimidad.
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