lunes, 5 de mayo de 2025

Aprender a convivir con emociones incómodas

El mito de la felicidad constante: 

Ps. Ladislao Lira H.

Vivimos en una cultura que sobrevalora el bienestar, la alegría, el optimismo. Frases como “sé feliz”, “todo pasa por algo” o “no es para tanto, ya se te va a pasar” están tan naturalizadas que muchas personas llegan a sentirse culpables cuando experimentan tristeza, rabia o frustración. Pero ¿y si estuviéramos entendiendo mal lo que significa estar bien?

Una vida emocional saludable no es aquella libre de malestar, sino aquella donde hay espacio para todo lo que sentimos. Las emociones incómodas —como el miedo, el enojo o la tristeza— no son fallas del sistema; son respuestas naturales del ser humano ante situaciones difíciles, pérdidas, injusticias o límites vulnerados. Nos informan, nos protegen y, bien gestionadas, nos permiten adaptarnos.

Por eso es importante entender que no existen emociones negativas. Existen emociones agradables y desagradables, pero todas cumplen una función. Sentirse triste no es fracasar en la vida. Estar enojado no significa ser una mala persona. Uno no es responsable de lo que siente, sino de lo que hace con lo que siente, es un principio esencial de la salud mental: sentir está bien, actuar destructivamente es lo que debe regularse, porque no es la emoción, si no la acción la que puede hacer daño a nosotros o a los demás.

Y la autocompasión cobra un valor esencial. Ser autocompasivo no es victimizarse ni rendirse, sino tratarse con amabilidad cuando algo duele. Es poder decirse a uno mismo: “esto que siento es difícil, pero es válido”. Desde la autocompasión aprendemos a querernos y respetarnos incluso en nuestros momentos más vulnerables. Es una forma de empatizar con uno mismo, de sostenernos desde adentro cuando todo lo demás parece inestable.

Aceptar nuestras emociones compasivamente y sin juzgarlas es un acto profundo de autocuidado. No se trata de resignarse a sufrir, sino de vivir con autenticidad, sin la presión constante de estar bien. Porque la vida no es solo luz, también tiene sombras, y en ambas hay aprendizaje.

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