Ana María Leal
Directora
Ejecutiva Fundación Pléyades
Seamos
claros. Lo que se discute en Chile actualmente no es una Reforma
Integral al Sistema de Adopción sino una mejora al procedimiento legislativo
actual. Debate y reflexión necesarios, pero urge invitar a tener
una mirada amplia de la adopción en todos sus momentos e
impulsar modificaciones sustanciales en otros temas que no se hablan.
Uno de ellos
es el primer momento de la adopción, cuando los niños han sido cedidos por
sus madres o están con alguna medida de protección en cuidados
alternativos y, un tercer momento, centrado cuando termina el proceso
judicial y se inicia la compleja y maravillosa tarea de ser familia
adoptiva.
Hoy, en la
práctica, quienes han iniciado el camino de ser familia adoptiva carecen de un
adecuado acompañamiento, contención y orientación debiendo afrontar de manera
solitaria temas cruciales. Urge que como sociedad avancemos en la
construcción de una cultura que integre responsablemente a las familias que se
constituyen mediante la adopción.
Como
Fundación Pléyades valoramos los temas, propuestas y avances que hoy son
materia de la agenda pública (adopción prenatal y homoparental, entre otros),
pero consideramos relevante que también tomen en consideración otros
tópicos de menor fuerza mediática pero de un tremendo impacto en la
vida de nuestros niños y niñas.
En relación
al segundo momento de la adopción, su procedimiento legal, nos
parece relevante señalar que si bien la ley 19.620 se constituyó en un avance
en cuanto a la regulación de la adopción, acercando nuestra legislación a los
estándares internacionales; después de cinco años, tres gobiernos, tres
indicaciones sustitutivas (y una cuarta que entrará prontamente a la
Comisión de Familia) seguimos esperando que Chile cuente con una ley acorde
a la realidad nacional y en sintonía con la diversidad de familias de nuestro
país.
Invitamos a
la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados y al Gobierno a promover una
reforma al procedimiento legal que garantice el máximo bienestar del niño o
niña, primero agotando todos los recursos para que puedan vivir con su familia
de origen. Si esto no es posible, es fundamental que el procedimiento responda
al “tiempo del niño” entendiendo que a medida que crecen se diluyen las
posibilidades “de adopción, de ser hijos y vivir en familia”, destinándolos a
vivir en cuidados alternativos hasta los 18 años, sin vínculos o una figura de
afecto relevante para sus vidas.
En este
procedimiento legal hay otros temas de menor interés público y gran relevancia
que no se abordan en toda su amplitud. Tenemos tantas preguntas que hacernos.
¿Qué pasa, por ejemplo, con el acompañamiento de aquellas mujeres que ceden en
adopción y aquellas familias que, por susceptibilidad, pierden a sus hijos para
siempre?, ¿Quién las acompaña y orienta para hacer más llevadero este proceso?
Por otro lado, ¿Por qué no ampliar los tipos de adopción (hoy sólo tenemos la
cerrada) y mejorar técnicamente la búsqueda de orígenes para cuidar y
resguardar emocionalmente al niño, su familia adoptiva y también la biológica?
¿Qué pasa
cuando un familiar, que no conocía previamente al niño, asume su cuidado? A
simple vista es una reunificación familiar, pero ¿el proceso que vive dicha
familia no es similar al proceso de una familia adoptiva? Actualmente esta
realidad no se ve y, mucho menos, se acompaña los desafíos que ello significa.
Junto a lo
anterior, necesitamos con urgencia avanzar hacia un sistema que, siendo
flexible a cada historia, establezca de manera específica (y profesional)
procesos y estándares que permitan evitar que prevalezca la opinión (muchas
veces discrecional) de un profesional, juez o curador, por sobre el derecho
del niño a ser hijo y a vivir en familia. ¿Por qué un magistrado puede
seguir insistiendo en que se presenten carpetas de padres que no tienen hijos
cuando lo central es encontrarle la mejor familia al niño y no un hijo a los
padres?
La ley
actual no acota plazos para las diferentes etapas del proceso. Así,
hay muchas causas que no se inician porque hay visitas de las familias, pero no
necesariamente es un proceso para recuperar el cuidado personal. El niño o niña
no necesita solo visitas sino, con urgencia, requiere de una familia.
No hemos
hablado de los desafíos que hay por delante al momento de hablar de las
personas que acuden a solicitar la adopción y su proceso. Aquí también es
necesario contar con estándares claros y transparentes, regular el pago que
dichas personas tienen que hacer tanto en las OCAS como también en SENAME
(evaluadores externos). Los solicitantes a la adopción son actores de gran
relevancia y su proceso debe no solo ser riguroso y profesional, sino también,
formativo y bientratante.
Llama
profundamente la atención las incongruencias relacionadas al posnatal que
tienen los padres adoptivos. Resulta paradójico, pero mientras más grandes son
los niños, menor es el tiempo de posnatal que tienen sus padres en
circunstancias que requieren de mayor espacio para generar y fortalecer el
vínculo.
¿Sabías que
si un niño es adoptado a los tres meses de vida y presenta virus respiratorio
antes, tiene preexistencia en la Isapre? ¿Contribuye dicha medida a que los
niños con enfermedades tengan igualdad de oportunidades para ser adoptados?
Y así.
Infinitos detalles tremendamente necesarios de abordar. La “Adopción es
mucho más que una ley. Es una forma de hacer familia y de restituir el derecho
de los niños no solo a vivir en familia, sino que a ser hijo”.
Los invitamos
a conversar y reflexionar para que todas tengan un espacio prioritario en la
agenda. Como institución, seguiremos trabajando para que esto ocurra.
fuente: www.pleyades.cl
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