por por Liz Curtis Faria
Hubo algo en
lo que dijo que me cautivó. Algo en la cadencia de las palabras, el tono de su
voz.
"Nadie
me quiere. Ni siquiera mi madre que me dio a luz."
Esta es una
frase extraña ¿no es así?
Estaba
abrochado en el asiento de atrás de mi Toyota, demasiado pequeño aún para
sentarse en el de delante. A los 7 se había mudado ya más veces que el número
total de años que llevaba en la Tierra. Y esta vez, como las anteriores, se
mudaba con sus pertenencias dentro de una bolsa de basura. Una maleta, por lo
menos, habría añadido cierto grado de dignidad a todo el asunto de ser
"colocado" en uno y otro e incluso otro hogar de acogida antes de
llegar a tercero. Las bolsas de basura se rompen, ya sabes. Las bolsas de
basura no pueden llevar el contenido de toda una vida, y ciertamente no la de
una vida tan frágil como esta.
Se rompen por
el esfuerzo, con el tiempo.
Esta mudanza
era más difícil para Stephen que la mayoría. Era una casa en la que creía se podría
quedar, al menos durante un tiempo. Había sentido afecto allí. Cuando fui a
recogerle, después que su madre de acogida notificara que no podía quedarse por
más tiempo, vino conmigo fácilmente; la cabeza gacha, ninguna reacción en su
cara. No fue hasta que entró en mi coche que empezó a sollozar con el tipo de
dolor que te deja sin aliento.
No podía casi
ni salir las palabras de su boca. Nadie me quiere. Ni siquiera mi madre que me
dio a luz.
Meses más
tarde, en otra escena igual (otra madre de acogida, otra mudanza), se
resistiría. Correría por toda la sala de estar, escondiéndose detrás de los
muebles, rehusando irse. Pero esta noche no tenía ánimos de luchar.
Este era
Stephen a los 7.
El Stephen de
9 años tiene un boletín de notas entre sus manos sudorosas. Nos dirigimos a un
evento de adopción*, donde vamos a conocer familias que quieren adoptar a un/a
niño/a mayor; familias que no descartan automáticamente a un niño como Stephen
con toda su larga "historia". Y él les quiere impresionar, a estos
extraños. Quiere ganárselos, así que se ha traído sus buenas notas como una
prueba tangible que es un niño digno de ser amado.
Un niño nunca
debería tener que probar que es digno de amor.
El Stephen de
12 años me dice que yo soy su mejor amiga. Yo soy su trabajadora social, y él
debería tener un mejor amigo real, pero no se lo digo. Estamos en una grabación
para Wednesday's Child**, el programa de las noticias que muestra niños
esperando una adopción. Stephen está ante la cámara. Quizás alguien lo escogerá
esta vez. Quizás está ofreciendo las evidencias suficientes, a los 12, que es
un niño digno de ser amado. Y es digno de ser amado, de verdad. Pero esto no es
suficiente. Nunca aparece una familia.
Años más
tarde, mucho después que yo dejara la agencia de adopción, me llegó un email de
mi antiguo jefe preguntándome cómo me iba y terminando con una corta PD:
"Stephen está encerrado después de escaparse de su casa de acogida. Es
necesario que lo adoptes." Mi estómago da un vuelco. He tenido este
pensamiento muchas veces. Debería adoptarlo yo misma. Pero no lo hago.
Me enteré de
su asesinato a través de un amigo que lo vio en las noticias. Un disparo fuera
de una fiesta por una estúpida disputa. Muerto de los 18, muerto justo cuando
se convertía en un hombre. Rogué que no fuera mi Stephen. Cuando me di cuenta
que realmente era él -que no podía ser otro- sollocé por la angustia que no me
dejaba respirar.
Los
periódicos no dijeron demasiado sobre el asesinato. Apenas merece una mención.
Extraños anónimos dejaron comentarios desagradables online: "Solo otro
pandillero" dijeron.
Ni siquiera
lo conocían. No conocían ni una sola cosa sobre este chico. No sabíais que
cuando niño dibujaba letras en mi espalda con su dedo para pasar el tiempo en
la consulta del médico, pidiéndome que adivinara la frase que estaba
escribiendo. “I ♥ U” dibujó entre mis hombros la última vez que jugamos a este juego.
Stephen se
había equivocado esa noche en mi Toyota. Su madre le quería, a su manera.
Estaba allí, en el funeral. Me saludó amablemente. Creo que sabía que quería a
Stephen como yo sabía que ella también. Ambas le fallamos al final, y supongo
que eso nos unió. Ninguna de las dos pudo darle una familia.
No había
fotos de la infancia de Stephen en el funeral. Ninguna imagen del niño de ojos
verdes con la sonrisa dulce para recordarnos lo que habíamos perdido. No había
fotos de Stephen con sus hermanos, así que imprimí una instantánea de los
cuatro niños juntos, tomada en una visita supervisada, y la llevé al funeral
para darla a la familia. Era algo que podía hacer, era lo mínimo que podía hacer.
Había muy
pocos trabajadores sociales en el funeral, y ninguna de las múltiples madres de
acogida de Stephen. ¿Supieron que había muerto? Stephen pasó más parte de su
vida siendo criado dentro del sistema de protección, que fuera. Si reclamas la
responsabilidad legal de un niño, mejor preséntate a su funeral. Deberías
aparecer cuando muere. Era tuyo, de alguna forma ¿verdad? Se lo debes. Y si no
te perteneció, entonces ¿a quién perteneció?
Su madre
estaba allí, por lo menos. Su madre que el dio a luz. Oigo el eco de su voz
desde hace tantos años.
Alguien te
quiere Stephen. Quiero decírtelo. Pero es demasiado tarde.
Stephen
simboliza a ese niño para mí. El que encarna todos los fallos del sistema, un
sistema que está tan roto que para arreglarlo llevaría mucho más tiempo que
arreglar todos los huesos rotos de los niños de los que crecen en él.
Se rompen, ya sabes. Estos niños que dejamos
atrás. Con el tiempo se rompen.
*NOTA: los eventos adoptivos que se
realizan en Estados Unidos, son encuentros, tipo ferias, de familias dispuestas
a adoptar y niños susceptibles de ser adoptados, de esta forma los niños que
tienen más dificultades para salir en adopción tienen la oportunidad de
presentarse ellos mismos a distintas familias y que los conozcan personalmente.
**NOTA: Wendsday's Child es un
programa, tipo reportaje, en el que cada miércoles se habla de un niño o niña
concreto que está esperando ser adoptado, generalmente niños mayores o con
alguna dificultad que hace que tengan más problemas para ser adoptados.
Traducido
por adoptivanet.blogspot.cl
ARTÍCULOS RELACIONADOS:
No hay comentarios:
Publicar un comentario