jueves, 19 de marzo de 2015

El Apego en la Adopción

Psicólogo Clínico Infanto-Juvenil

Carta presentada a la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados de Chile, en el marco de la discusión sobre la modificación del permiso postnatal, argumentando la necesidad de extender el beneficio a los adoptantes que reciben a un niño mayor de 6 meses de edad en cuidado personal. Junio 2010

La Adopción se ha convertido en una forma efectiva de intervención temprana para una población infantil altamente vulnerable por su condición de abandono e institucionalización, alternativa que otorga al niño o niña un espacio familiar estable en el cual poder continuar su desarrollo con patrones y modelos de vinculación sanos.
Pese a ello, el mayor desafío consiste en reparar los daños que el abandono y la institucionalización provocan en los niños, al constatarse a través de las investigaciones y de la práctica, las carencias significativas en el desarrollo socioafectivo y cognitivo, que son consecuencia de no contar con un entorno familiar de protección y acogida en el comienzo de la vida.
Diversos autores han señalado que al no producirse relaciones estables y seguras con una figura significativa, sea ésta la madre, padre o cuidador, afecta la salud física y mental de las personas, teniendo graves consecuencias en su desarrollo.
La Teoría del Apego, postulada por J. Bowlby a partir de los años 60, refiere sobre las conductas en el bebé que aumentan la probabilidad de cercanía y protección por parte del adulto, con una base socioafectiva que asegura su continuidad en el tiempo. A ésta se le llama “conducta de apego” por el hecho de perseguir el fin de apegarse al otro, en el sentido de protección evolutiva, en la cual el bebé cumple un rol activo al poner en movimiento un comportamiento que fomenta la proximidad de la figura cuidadora.
Dichas conductas activan el “vínculo de apego”, consistente en una relación prolongada que se suele dar con pocas personas significativas, las que cumplen la función de ser fuente de protección frente a las situaciones de daño y peligro, permitiendo regular el estrés físico y psicológico. Implica un desarrollo prolongado de una relación afectiva que posee altos componentes de ayuda, protección y regulación.
En función de la experiencia que adquiere el niño en la relación con el cuidador sensible y atento, organizará un modelo mental particular que le permitirá anticipar la disponibilidad de esta figura, formándose una imagen de las relaciones interpersonales. Cada modelo mental de apego actúa como guía de acción y comprensión en el contacto interpersonal el resto de su vida.
La edad de formación o periodo sensible de los modelos mentales de apego ocurre entre los 6 y 9 meses aproximadamente. Cualquier retraso en la disponibilidad de las condiciones para su adquisición, deja una huella en su desarrollo socioafectivo cada vez más difícil de reparar conforme pase el tiempo y que requiere, consecuentemente, de mayor disponibilidad de la figura de apego para generar las condiciones necesarias para producirla.
De este modo, la reparación de su capacidad de apego se logra con presencia y estabilidad de la figura de apego, quien debe mostrar más disponibilidad mientras mayor edad tenga el niño al incorporarse a la nueva familia. La constancia que ofrece una presencia cálida, acogedora y atenta, es la que permitirá el establecimiento de un vínculo afectivo estable y duradero ante condiciones que se presentan como poco favorables para su formación. Este vínculo de apego es el que le proporcionará el sostén, protección y seguridad emocional en su vida, esencial para un desarrollo sano e integral.

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