jueves, 25 de mayo de 2017

El niño al que no adopté

por por Liz Curtis Faria
Hubo algo en lo que dijo que me cautivó. Algo en la cadencia de las palabras, el tono de su voz.
"Nadie me quiere. Ni siquiera mi madre que me dio a luz."
Esta es una frase extraña ¿no es así?
Ni siquiera mi madre que me dio a luz.
Estaba abrochado en el asiento de atrás de mi Toyota, demasiado pequeño aún para sentarse en el de delante. A los 7 se había mudado ya más veces que el número total de años que llevaba en la Tierra. Y esta vez, como las anteriores, se mudaba con sus pertenencias dentro de una bolsa de basura. Una maleta, por lo menos, habría añadido cierto grado de dignidad a todo el asunto de ser "colocado" en uno y otro e incluso otro hogar de acogida antes de llegar a tercero. Las bolsas de basura se rompen, ya sabes. Las bolsas de basura no pueden llevar el contenido de toda una vida, y ciertamente no la de una vida tan frágil como esta.
Se rompen por el esfuerzo, con el tiempo.
Esta mudanza era más difícil para Stephen que la mayoría. Era una casa en la que creía se podría quedar, al menos durante un tiempo. Había sentido afecto allí. Cuando fui a recogerle, después que su madre de acogida notificara que no podía quedarse por más tiempo, vino conmigo fácilmente; la cabeza gacha, ninguna reacción en su cara. No fue hasta que entró en mi coche que empezó a sollozar con el tipo de dolor que te deja sin aliento.
No podía casi ni salir las palabras de su boca. Nadie me quiere. Ni siquiera mi madre que me dio a luz.
Meses más tarde, en otra escena igual (otra madre de acogida, otra mudanza), se resistiría. Correría por toda la sala de estar, escondiéndose detrás de los muebles, rehusando irse. Pero esta noche no tenía ánimos de luchar.
Este era Stephen a los 7.
El Stephen de 9 años tiene un boletín de notas entre sus manos sudorosas. Nos dirigimos a un evento de adopción*, donde vamos a conocer familias que quieren adoptar a un/a niño/a mayor; familias que no descartan automáticamente a un niño como Stephen con toda su larga "historia". Y él les quiere impresionar, a estos extraños. Quiere ganárselos, así que se ha traído sus buenas notas como una prueba tangible que es un niño digno de ser amado.
Un niño nunca debería tener que probar que es digno de amor.
El Stephen de 12 años me dice que yo soy su mejor amiga. Yo soy su trabajadora social, y él debería tener un mejor amigo real, pero no se lo digo. Estamos en una grabación para Wednesday's Child**, el programa de las noticias que muestra niños esperando una adopción. Stephen está ante la cámara. Quizás alguien lo escogerá esta vez. Quizás está ofreciendo las evidencias suficientes, a los 12, que es un niño digno de ser amado. Y es digno de ser amado, de verdad. Pero esto no es suficiente. Nunca aparece una familia.
Años más tarde, mucho después que yo dejara la agencia de adopción, me llegó un email de mi antiguo jefe preguntándome cómo me iba y terminando con una corta PD: "Stephen está encerrado después de escaparse de su casa de acogida. Es necesario que lo adoptes." Mi estómago da un vuelco. He tenido este pensamiento muchas veces. Debería adoptarlo yo misma. Pero no lo hago.
Me enteré de su asesinato a través de un amigo que lo vio en las noticias. Un disparo fuera de una fiesta por una estúpida disputa. Muerto de los 18, muerto justo cuando se convertía en un hombre. Rogué que no fuera mi Stephen. Cuando me di cuenta que realmente era él -que no podía ser otro- sollocé por la angustia que no me dejaba respirar.
Los periódicos no dijeron demasiado sobre el asesinato. Apenas merece una mención. Extraños anónimos dejaron comentarios desagradables online: "Solo otro pandillero" dijeron.
Ni siquiera lo conocían. No conocían ni una sola cosa sobre este chico. No sabíais que cuando niño dibujaba letras en mi espalda con su dedo para pasar el tiempo en la consulta del médico, pidiéndome que adivinara la frase que estaba escribiendo.  “I U” dibujó entre mis hombros la última vez que jugamos a este juego.
Stephen se había equivocado esa noche en mi Toyota. Su madre le quería, a su manera. Estaba allí, en el funeral. Me saludó amablemente. Creo que sabía que quería a Stephen como yo sabía que ella también. Ambas le fallamos al final, y supongo que eso nos unió. Ninguna de las dos pudo darle una familia.
No había fotos de la infancia de Stephen en el funeral. Ninguna imagen del niño de ojos verdes con la sonrisa dulce para recordarnos lo que habíamos perdido. No había fotos de Stephen con sus hermanos, así que imprimí una instantánea de los cuatro niños juntos, tomada en una visita supervisada, y la llevé al funeral para darla a la familia. Era algo que podía hacer, era lo mínimo que podía hacer.
Había muy pocos trabajadores sociales en el funeral, y ninguna de las múltiples madres de acogida de Stephen. ¿Supieron que había muerto? Stephen pasó más parte de su vida siendo criado dentro del sistema de protección, que fuera. Si reclamas la responsabilidad legal de un niño, mejor preséntate a su funeral. Deberías aparecer cuando muere. Era tuyo, de alguna forma ¿verdad? Se lo debes. Y si no te perteneció, entonces ¿a quién perteneció?
Su madre estaba allí, por lo menos. Su madre que el dio a luz. Oigo el eco de su voz desde hace tantos años.
Alguien te quiere Stephen. Quiero decírtelo. Pero es demasiado tarde.
Stephen simboliza a ese niño para mí. El que encarna todos los fallos del sistema, un sistema que está tan roto que para arreglarlo llevaría mucho más tiempo que arreglar todos los huesos rotos de los niños de los que crecen en él.
Se rompen, ya sabes. Estos niños que dejamos atrás. Con el tiempo se rompen.


*NOTA: los eventos adoptivos que se realizan en Estados Unidos, son encuentros, tipo ferias, de familias dispuestas a adoptar y niños susceptibles de ser adoptados, de esta forma los niños que tienen más dificultades para salir en adopción tienen la oportunidad de presentarse ellos mismos a distintas familias y que los conozcan personalmente.
**NOTA: Wendsday's Child es un programa, tipo reportaje, en el que cada miércoles se habla de un niño o niña concreto que está esperando ser adoptado, generalmente niños mayores o con alguna dificultad que hace que tengan más problemas para ser adoptados.

Traducido por adoptivanet.blogspot.cl
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URL Abreviada: https://goo.gl/P6YdgB

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