miércoles, 29 de junio de 2016

Adopción abierta


Con todas las cartas sobre la mesa
por Verónica Siredey

En algunos países, como Estados Unidos, la adopción se realiza y vive con la posibilidad, no sólo de tener acceso desde el primer momento a toda la información respecto de la madre biológica, sino que ella puede elegir a quienes serán los futuros padres y, a partir de ahí, tener contacto e interacción con los padres adoptivos y el hijo que dio en adopción. Según sus promotores, puede llegar a resultar altamente beneficiosa, tanto para los hijos, los padres adoptivos y la progenitora. Sin embargo, se debe tener presente que esta modalidad no tiene el éxito garantizado.
La reforma de la Ley del Menor que regulará la adopción abierta en España, es una de las novedades legislativas que se espera tome cuerpo en el viejo continente. Mientras en Chile ese es un concepto que en la práctica no existe y es conocido más bien sólo por los especialistas, en países de otras latitudes, como el Reino Unido y Estados Unidos, desde 2005 y 2009 respectivamente, es parte ya de la legislación y una realidad para todas aquellas personas que se vinculan al mundo de la adopción, ya sea como progenitor, hijo, hija o padres adoptivos.
Pero, ¿qué significa este concepto? Adopción abierta se refiere a aquella en que los padres biológicos y los padres adoptivos se conocen, comparten sus identidades, intercambian información y pueden comunicarse a lo largo de los años, tal como lo refleja el filme “Juno”, en el que una adolescente embarazada vive el periodo de gestación en contacto con los futuros padres adoptivos, a quienes ella aprobó previamente.
También existe el término Adopción Semiabierta, que se refiere a varias formas de comunicación entre los padres biológicos y los padres adoptivos, como por ejemplo, intercambiar cartas y fotos, reunirse sólo una vez sin volver a repetirlo o conocerse sin revelar nombres que los identifiquen. En estos casos la comunicación y los contactos son extremadamente limitados y siempre resguardando la identidad.
Por último, y lo que nos resulta más familiar en relación a la realidad chilena, es la Adopción Cerrada, que se refiere a aquella adopción donde madre biológica y padres adoptivos no tienen contacto.
Uno de los países que cuenta con un buen trecho recorrido es Estados Unidos. Para entender un poco cómo nació la adopción abierta en ese país, vale la pena darle una mirada a su transformación a lo largo de la historia. En la colonia, para concretar las adopciones simplemente se hacía una transferencia, como quien establece una escritura después de comprar una propiedad.
De acuerdo a información del Independent Adoption Center, las primeras leyes, como las de Texas y Vermont en 1850, nacieron con el propósito de hacer de estas adopciones informales algo más seguro. Los registros de la corte, sin embargo, eran abiertos al público.
El origen del secreto y del cierre de los registros se empezó a dar en los primeros años del siglo pasado. El trabajo social era una profesión en desarrollo y en esos años los niños en situación de ser dados en adopción eran muchos, mientras que eran muy pocos los posibles padres adoptivos. A eso se agrega que en esa época se creía que problemas sociales como la pobreza, promiscuidad sexual, alcoholismo y crímenes en general, era algo que podía transmitirse genéticamente, razón por la que se creía que la adopción contenía un riesgo demasiado grande. Fue así como los trabajadores sociales se enfrentaron a la presión de reclutar padres adoptivos, a la vez que dar garantías de seguridad respecto del niño o niña que estaban entregando en adopción, convirtiéndose en una pieza fundamental en este proceso.
De a poco el sistema se fue transformando e involucró la protección legislativa como un elemento esencial. Se realizó el cierre de los registros con la finalidad de ocultar la historia de esos niños. A esto hay que agregar que el certificado de nacimiento no se estampó más bajo el concepto de nacimiento ilegítimo. Más tarde se inició el reemplazo de los certificados de nacimiento, registrándose al niño bajo los apellidos de los padres adoptivos. A esta práctica se le conoció pronto como “renacimiento legal”. El sistema se fue cerrando aún más con el tiempo, hasta que en 1950, la mayoría de los estados tenían leyes que sellaban los certificados de nacimiento originales y los registros de la corte, no sólo para el público, sino también para los padres e hijos adoptivos.
La presión para cambiar esta realidad se hizo sentir en los años 1970, cuando los prejuicios morales contra las madres solteras cayeron. El panorama evolucionó incrementándose en los 80 y 90. Adultos que fueron hijos adoptados empezaron a demandar sus derechos de conocer su historia genética. Quienes habían sido progenitoras y dado sus hijos en adopción también empezaron a reclamar un cambio.
Los impulsores del cambio
Según explica el Independent Adoption Center, se empezó a hacer evidente el impacto negativo de estos procedimientos cerrados. En la sociedad estadounidense, el secreto está estrechamente vinculado a la vergüenza, y el estigma de los procedimientos cerrados de adopción dejó el sentimiento en muchos niños de que había algo terriblemente malo en su herencia biológica. Sin poder contar con información de sus progenitores, muchos niños adoptados realmente creyeron que simplemente habían sido botados o entregados porque eran malos o feos.
Una de las agencias pioneras que promovieron un cambio en los 70, fue la Lutheran Social Service en San Antonio, Texas, bajo la dirección de Kathleen Silber. La discusión sobre los beneficios de la adopción abierta se prolongó hasta los 90, cuando a esas alturas la respuesta al debate parecía clara.
Según la propia Kathleen Silber, los beneficios de la adopción abierta son evidentes tanto para los padres biológicos, como para los padres adoptivos y los niños. Respecto de las progenitoras, considera que demuestran una autoestima positiva relacionada con la toma de una decisión responsable y en control de su vida, estableciendo un plan para la guagua, en lugar de abandonarla. Los padres biológicos viven el duelo de una manera más rápida y fácil, lo que repercute en un mejor estado de salud mental que aquellas personas involucradas en procesos cerrados.
Para los padres adoptivos, en tanto, el contacto con los progenitores les entrega una imagen más real. La confianza y entendimiento entre ellos es posible de desarrollar y el miedo e inseguridad, muy típico en quienes participan en procesos cerrados, desaparece, al permitir por parte de los progenitores la confirmación que quienes adoptaron son los verdaderos padres del niño. Habiendo sido incluso elegidos por la madre biológica, sienten una mayor validación de su paternidad. Los padres adoptivos tienen, además, acceso permanente a información médica que los ayudará durante la crianza y sus cuidados.
Para los adoptados, en tanto, la adopción abierta entrega respuestas inmediatas a sus inquietudes naturales, así como también información exacta, desde las interrogantes sobre parecidos, hasta por qué fueron dados en adopción. Las madres biológicas pueden entregar respuestas precisas en lugar de verdades a medias, con la oportunidad de un acceso permanente a la información requerida en aquellas áreas en que los padres adoptivos no pueden hacerlo.
Silber sostiene que en la adopción cerrada, en cambio, el adoptado no tiene acceso a su historia médica o genética, que ciertas enfermedades pueden traer serias consecuencias. En las adopciones abiertas su historia médica, así como la de sus familiares biológicos, está disponible y puede ser actualizada.
Uno de los beneficios más significativos, para Silver, consiste en que el principal motor para tramitar la adopción fue el amor. El niño o niña está consciente del amor de sus progenitores o madre biológica. Como resultado, el adoptado no sólo es capaz de sentirse bien dónde está, sino también respecto de dónde viene, quedando libre de las frustraciones que provocan el desconocimiento y los sentimientos de rechazo que se producen en las adopciones cerradas.
Sostiene que los niños más pequeños tienen dificultad para entender conceptos abstractos y que están involucrados en las adopciones cerradas; como el de adopción o progenitora. En la adopción abierta, el niño o niña cuenta con información concreta para vincular esos conceptos y la progenitora es una realidad en su vida, facilitándole de esta manera el entendimiento de su adopción.
También plantea que existirían beneficios en torno a la familia extendida, en la medida que la adopción abierta reconoce a la familia biológica como parte de la familia extensa. Si los padres adoptivos pueden aceptar a los miembros de la familia biológica en sus vidas y como familiares, ellos se sentirán bien con el modelo de adopción abierta.
Pese a lo acérrima defensora que Silber es del modelo de adopción abierta, reconoce que también esta alternativa tiene complejidades. Sin embargo, en su experiencia, los problemas en las adopciones abiertas no son muy diferentes de lo que uno podría encontrar al interior de las familias biológicas. Pueden existir conflictos en las relaciones familiares, como lo hay en todas las familias, y que las personas pueden llegar a resolver. Adicionalmente, los consejeros de las agencias debieran estar accesibles para mediar en estos problemas, si es que fuese necesario.
Estados Unidos recorrió un camino que España estaría empezando a andar con su reforma legislativa y cuya finalidad es terminar con lo que llaman “guerras judiciales” en materia de adopción. Éstas cuentan con un caso, a estas alturas, emblemático: el de una niña, Piedad, que después de vivir dos años junto a Soledad Perera, quien había iniciado los trámites de adopción, una jueza ordenó que se la quitaran cuando la progenitora pidió recuperar su custodia. La madre biológica aparentemente estaba incapacitada para cuidarla y, según detalla el medio larazon.es, la niña volvió a un centro de acogida, donde ya lleva viviendo seis años.
La otra cara de la medalla
Si bien hay bastantes razones que validan las ventajas de una adopción del tipo abierta, también es posible encontrar argumentos sobre los problemas que esta modalidad puede traer.
En el sitio espanol.findlaw.com, que ofrece información legal, se establece que muchos padres adoptivos ven este nivel de apertura como una verdadera amenaza y temen que los progenitores interfieran en sus vidas luego de que concluya el proceso legal de adopción o, lo que es peor, que quieran al niño o niña de vuelta. Por otra parte, los padres adoptivos pueden sentir que su hijo se confundirá al no saber quiénes son en definitiva sus verdaderos padres.
El medio español la razon.es le otorgó un espacio a Javier Vilches, psicólogo que expuso sus razones para estar en contra. De acuerdo al profesional, obviamente es el interés del niño lo primero que se debe considerar, pero que en la práctica, rara vez sucede. Desde ese punto de vista, entonces, el modelo de adopción abierta debiera tener los siguientes matices: El primer lugar no debiera ser abierta desde un principio, ya que la presencia de la familia biológica podría dificultar la vinculación entre el niño y sus padres adoptivos, provocándole conflicto de lealtades. Se debiera tener en cuenta el proceso madurativo del niño, que garantice una adecuada integración de las dos realidades en su mente, antes de empezar a tener contacto con ellos.
Sugiere que los encuentros con la familia biológica debieran realizarse a partir de los 18 años y sólo si el niño manifiesta interés por hacerlo, para que esto aporte en la construcción de su identidad. Además, un aspecto importante a considerar serían las situaciones traumáticas que el niño pueda haber vivido; a mayor nivel de sufrimiento infantil y gravedad de las situaciones traumáticas, más tarde debería realizarse este encuentro, si es que se lleva a cabo, ya que requiere de un proceso de elaboración mayor de su parte.
Por último, considera que la intervención profesional y calificada siempre es necesaria para evaluar la situación y construir espacios de encuentro, apoyo y contención para estos niños y sus familias adoptivas, en sus encuentros con la familia biológica.
En tanto, para life.familyeducation.com una postura en contra de la adopción abierta se fundamentaría en los siguientes puntos: que el niño no quisiera buscar a sus padres biológicos, que los progenitores quisieran más o menos contacto de lo que a los padres adoptivos les gustaría, que un progenitor o progenitora inestable podría causar problemas, que la madre o padre adoptivo se podría ver menos empoderado de su rol, que los padres adoptivos realmente no quieran extender aún más la familia, que la adopción abierta pueda atraer a aquellas mujeres que no quieran entregar por completo a sus hijos y esperen poder quedarse en un término medio, que les permita que otros críen a sus hijos sin ella dejar de ser la madre, y que la progenitora  se sienta con mayores derechos que lo que realmente le corresponda.
De acuerdo a esta publicación, al considerar este tipo de adopción es fundamental que los padres adoptivos tengan claridad sobre el nivel de apertura que se espera de ellos y si se sentirán cómodos con aquellas obligaciones que se comprometerán a cumplir, en el marco de este tipo de adopción.
fuente: Siredey, Verónica (2013). Adopción Abierta. Con todas las cartas sobre la mesaAdopción y Familia, 9, 38-41

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