El inquieto amigo de Winnie Pooh es el protagonista de esta historia, que explora el desarrollo de la identidad y los sentimientos de pertenencia a través de este personaje impaciente y curioso, que inicia una búsqueda con perseverancia y tesón.
Tigger está empeñado en encontrar a su familia de Tiggers, de la que está convencido viven en lo profundo del bosque. Y sus amigos intentan evitarle una decepción, ya que saben que una de las cosas que hace especial a Tigger es que sólo hay uno, pero se dan cuenta que esta cualidad le hace sentirse solo. Entonces deciden llevan a cabo un plan para aliviar la soledad de su amigo: suplantar a su supuesta familia de Tiggers, pero los descubre y la desazón se apodera de él; entonces sus amigos le muestran que no está solo y que ellos son verdaderamente su familia, porque lo esencial es el cariño que los identifica y los une.
Esta historia permite reflexionar sobre varios temas que son parte de la vida del adoptado y, como hacen los personajes, invita a ponerse en su lugar para ver desde sus ojos y poder comprender lo que vive. El sentir que no se parece a nadie de su entorno y el deseo de encontrar a alguien que se le parezca, que le ayude a entender esa parte suya que le resulta más lejana y desconocida. Imaginarse cómo será esa familia biológica, el deseo de encontrarla, la necesidad de que quien lo quiere lo apoye en esa búsqueda y que mentir para evitarle el sufrimiento que provoca esta falta no logra aliviar su dolor, sino que lo prolonga.
Habla de una búsqueda que lleva a lugares remotos, donde no está lo que se busca, y que al volver a casa, uno se da cuenta que siempre estuvo ahí, junto a uno, pero siendo consciente que la única forma de descubrirlo fue haciendo ese viaje. A veces el viaje es necesario.
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