martes, 7 de agosto de 2018

Retrazar el ingreso al jardín infantil


El psicólogo noruego Joachim Haarklou cree que los niños adoptados provenientes del extranjero que sean menores de dos años, no deberían ir a la guardería. “Deberían esperar incluso más tiempo", afirma.
    Haarklou no es partidario de la clásica consigna: “jardín infantil para todos”. Él, por el contrario, lanza sus dardos contra esta arenga diciendo que no todos los niños deberían asistir desde temprana edad. Lo apropiado en ciertos casos, expresa el profesional, es que se queden en casa con su madre.

    La madre es la base de su seguridad
    Los dos primeros años de vida son absolutamente claves para construir una base sólida de seguridad y confianza en el hijo. Ésta tarda mucho tiempo en consolidarse y sólo puede ser formada a través de un contacto permanente con la madre o la persona que le brindará los cuidados principales al niño adoptivo, asevera Haarklou.
    Para el especialista resulta en extremo preocupante que los niños en Noruega pasen en el jardín infantil el 51% de su tiempo, y afirma que lo esencial es utilizar este periodo temprano para garantizar que reciba una sólida plataforma para su uso posterior en la vida.
    “Los niños experimentan un desarrollo que podríamos ver como una casa de tres pisos”, dice Haarklou. En el primer piso se desarrolla el apego, el vínculo emocional con un cuidador. Esta fase dura aproximadamente hasta los dos años.
    El segundo piso es el social. El niño amplía su experiencia con la madre a las relaciones que establece con otras personas. Esta fase se llevará a cabo entre los tres y los cinco años de edad.
    El tercer piso es cuando el niño comienza a comprender sus sentimientos. Es la fase del conocimiento, en que desarrolla sus capacidades intelectuales. Esto se inicia en gran medida en la edad escolar.
    En el caso de los niños adoptados, “la fase de la madre” debería ser aún más prolongada. Los psicólogos tienen una forma de cálculo para aproximarse al tiempo que le requerirá a un hijo adoptivo. Si, como regla general, se dice que son dos años para un niño que vive con sus padres, para un niño que ha perdido a su madre, se debe duplicar este tiempo. De esta manera, un niño adoptado que llega a Noruega cuando tiene dos años, debe tener cuatro años para construir relaciones estables y seguras con una nueva madre. La respuesta correcta es, entonces: hasta los seis años de vida.
    Hay aquí una matemática psicológica bastante simple, pero no por ello sin matices. “Un niño que ha experimentado algún tipo de violencia o drama adicional en sus primeros años, tiene un punto de partida diferente que un niño, por ejemplo, que se aprobó su adopción internacional por no ser deseado”, afirma Haarklou.
    Las estadísticas muestran, sin embargo, cómo muchos niños adoptados son enviados a la guardería muy poco tiempo después de la integración a su nueva familia.

    Postergar el inicio de la Escolaridad
    La actitud general de la sociedad parece favorecer que los niños adoptados empiecen a socializar tan pronto como sea posible en el nuevo entorno en que se insertan. Esto significa ingresarlos cuanto antes a la guardería, lo que resulta un error. En opinión del especialista, este proceso debe ir mucho más lento. Debería inclusive, en muchos casos, considerarse como una situación de riesgo para los niños adoptados un ingreso al sistema escolar tan temprano; el objetivo es darles tiempo suficiente para construir relaciones seguras con su familia adoptiva.
    ¿Qué podría sucederle a un niño que entra prematuramente a la guardería?
    Podría estar todo el tiempo en busca de la confianza que nunca recibió. Ellos van muy rápido de una fase a otra, primero en el jardín infantil, luego en la escuela y después en el resto de su vida, como cuando forman pareja. Una pareja no puede ser una “madre sustituta”. Estos factores han de explotar antes o después, y en sus relaciones es posible que fracase, aumentando el índice de divorcios.

    Grupo de riesgo
    El grupo de niños y jóvenes con trastornos vinculares va aumentando, y son bastante difíciles de tratar. El peligro se encuentra en cualquier infante que posea algún factor de riesgo: Niños adoptivos, también los que se encuentran con familias sustitutas, los que han sido expuestos a graves maltratos desde su gestación, refugiados y que piden asilo.
    Al parecer, respecto a las guarderías, nadie parece haber prestado atención a la pregunta más importante: ¿Qué es mejor para el niño? Al respecto, Haarklou es categórico al decir que los tres años de edad es el mejor momento para ingresar al jardín infantil para la mayoría de los niños, porque es cuando el niño está capacitado para orientarse en un mundo más grande y puede socializar con otros niños y adultos nuevos.

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